22 de febrero de 2013

De por qué convendría poner una clase de Administración Facultad de Artes



Por alguna razón muchos artistas talentosos o no, no tienen la menor idea de cómo hacer un acto administrativo cualquiera. Y no lo hacen.
Claro, alguien tiene que pagar las cuentas; pedir las constancias de libre de impuestos; redactar una nota aquí y allá pidiendo mecenazgo; hacer una planilla de rendición de cuentas.
Un buen día aparece la inspección de la Afip y algún talentoso le dice que está eximido de impuestos para esta esta actividad en particular, pero que no fue a buscar la constancia porque es público y notorio que esa actividad no paga impuestos. Sería una redundancia.
Otro día aparece un comprador y el artista no puede hacerle una factura para legalizar la adquisición.
Al día siguiente algún mecenas pide una planilla de detalle de gastos; lista de facturas legales de pago de servicios y adquisición de bienes.
A nuestro talentoso artista la Afip le mete la goma; el comprador se va porque necesita la factura para que le hagan la devolución de ganancias y para documentar que lo que compró le pertenece; los benefactores que aportaban dinero desaparecen, porque Dalí o Isadora no quieren decir cómo administran su dinero, y eso les molesta.
Entonces el talentoso, hace un berrinche creativo y escandaloso y habla de censura y dice en los diarios que la actividad cultural está desprotegida y se comporta de manera infantil hasta que alguien le tira un centro este año. Alguien más el año próximo.
Y eso le permite a nuestro lindo personaje seguir viviendo sin ocuparse de las boludeces de la vida adulta y haciendo pucheros cada vez que alguien intenta decirle que los caramelos no son gratis.
Algún día nadie traerá golosinas. Y le tocará ir al quiosco.
www.pixelscrapper.com