21 de noviembre de 2006

Su super superficial (las nuevas leyes "Paratí")


En los últimos tiempos se puso de moda la legislación maquillaje. Maquillemos el problema para que se vea mejor, para que salga en la tele y en las páginas de "interés humano" (o "interés general" u otro nombre por el estilo) de los diarios. Es el tipo de leyes que se publica también en las páginas más serias y sesudas de los semanarios femeninos al estilo Para Ti.
En Tucumán hemos empezado a ponernos a la moda con la ley antitabaco. No se puede fumar en ningún lugar cerrado de acceso público (no sólo oficinas o lugares de trabajo, sino también bares y restaurantes). Simplemente está prohibido fumar. Pero no hay educación sobre los efectos nocivos del tabaco. Tampoco se prohíbe a las tabacaleras publicitar sus productos. Ni se obliga a las prestadoras no estatales de salud a cubrir los tratamientos para zafar de la adicción a la nicotina.
Ahora, desde la movida de Alberto Cormillot (http://www.drcormillot.com/adelgazarhoy/dia_obesidad.php), se propone para Tucumán una ley que reconozca la obesidad como una enfermedad. Pero la legisladora que levanta las banderas de esta nueva ley no dijo nada acerca de, por ejemplo, reemplazar las golosinas por frutas en los kioscos de las escuelas. O proponer la educación nutricional como obligatoria en las currículas (podría entrar tranquilamente en lugar de la materia "Religión católica" que dictan actualmente en las escuelas provinciales).
Hoy, un nuevo proyecto en danza es el de repartir en forma equitativa, entre las parejas casadas, las tareas domésticas. En este contexto, negarse a lavar los platos se admitiría en los tribunales como causal de divorcio.
Quisiera aclarar un par de cuestioncillas: prohibir la venta de bebidas alcohólicas en determinados horarios no evita que la gente se emborrache. Tampoco redujo el número de alcohólicos. La ley Paulina Lebbos (cerrar los bares, restaurantes y locales bailables a las 4 de la mañana) no evita que los que se emborracharon antes de esa hora hagan lío en la calle. Ni que se cometan delitos tales como secuestros y asesinatos de mujeres.
La ley para reconocer la obesidad como una enfermedad, tal como la plantea Cormillot, es no sólo interesante sino también importante. Pero de la propuesta tucumana sabemos poco. Y nada. Otra pinturita demagógica sobre el digesto provincial.
El proyecto sobre el reparto igualitario de tareas domésticas es... cómo decirlo... una basura. Si lo que se pretende es una medida de acción positiva (que trata alguna de las consecuencias de la desigualdad, a la espera de que una sociedad determinada resuelva la causa), tampoco es éste el modo. Una consecuencia SERIA de la desigualdad entre hombres y mujeres es la asignación de tareas y el reparto salarial en el mercado del trabajo. O la (len, ta, men, te decreciente) poca influencia de las mujeres en cargos dirigenciales políticos, sindicales y académicos. Eso de legislar sobre el reinado en el mundo de la escoba el plumero y el magistral ultraconcentrado con aloe vera que no daña las manos es una estupidez.
Vamos, señores. Hay que llevar con dignidad eso de que somos la generación del bicentenario. Ser rebautizados y recordados como la generación Paratí, del cutis sin estragos del tabaco, en silueta y con igualitario olor a detergente en las manos sería, cuanto menos, desilusionante.

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